miércoles, 24 de diciembre de 2014

De por qué te deseo feliz navidad

Leí por ahí que la navidad es un festejo que viene de mucho antes que Cristo, muy anterior incluso a las tradiciones paganas a las que la adjudican. Es una celebración nacida en el hemisferio norte, en donde para estas fechas están en lo más crudo del invierno. El solsticio de invierno. La noche más larga del anoche. En esa época, estas fechas eran de lo peor. Se iba la caza, las plantas morían, era difícil conseguir abrigo. Lo único que quedaba era rezar al universo para que el invierno no fuera tan duro. Tal vez, si había suerte, se podría sobrevivir un invierno más.  ¿Y que es lo que hacían los hombres de ese entonces, al comienzo de la estación más oscura del año? Celebrar. Se reunían y se daban un banquete. Encendían una buena hoguera, aunque no sabían si luego iban a tener suficiente combustible. Preparaban buenas comidas, sin saber si luego iban a poder conseguir más alimentos. Y principalmente, se reunían. Tal vez muchos de ellos no pasaran el invierno. Tal vez esa fuera la última vez que estarían juntos. Había que reunirse y celebrar, porque el futuro era de una incerteza abrumadora. 

Los tiempos se fueron volviendo más seguros y pronto el invierno fue más una causa de incomodidad que una línea que sólo cruzaban algunos. Esta seguridad nos llevó al tedio de la certeza. Damos por sentado que todo seguirá igual. Que las personas queridas van a estar allí siempre.

Viajando volví a esa incertidumbre de tener que dejar atrás amistades y seres queridos. Y cada despedida está acompañada del deseo, y por lo tanto la duda, de un posible reencuentro. ¿Se cruzarán nuevamente nuestros caminos? ¿sobreviviremos al invierno de la distancia?

Se me ocurre que en este sentimiento de fugacidad, en esta conciencia de que somos fugaces, esta el secreto para llevarnos mejor y poder volver a disfrutar reunirnos con nuestros seres queridos. Y por si no te vuelvo a ver: feliz navidad para ti! 

sábado, 4 de octubre de 2014

Locura sagrada


"Si el tonto persiste en su tontería, se vuelve sabio"



Hey, tu! Si. Tu. El payaso. El chistoso. El que desconcierta a los demás porque no se sabe cuando hablas en serio y cuando en chiste. Y eso te ha traído problemas. Te han llamado irresponsable. Inmaduro. Infantil. La gente responsable, la gente madura, la gente adulta. Ellos, los serios. Te menosprecian por ser distinto. Pero tu te ríes de ellos por ser todos iguales. Y los haces reír. Y cuestionarse.
Tus puntos de vista abren huecos en las cabezas de los que se atreven a escucharte sin tomarte a menos. Tus preguntas incomodan a las figuras de autoridad. Tus palabras son las que los demás no se atreven a pronunciar. Porque muestran que los poderosos no lo son tanto. Desinflas el ego de los que están en el poder poniendo en evidencia que no son infalibles, mientras que le demuestras a los que no están en el poder que el poder corrompe si no es balanceado con otra fuerza, por ejemplo la del humor. 
Muestras a través del mal ejemplo como no comportarse. 
Con tus actos traes caos al orden, rompes la estructura de lo sagrado con la blasfemia, para sembrar la semilla del cuestionamiento. Y a través de estas preguntas que florecen en la mente de los que te escuchan y observan los llevas a la reflexión. Llevas a que la seriedad sagrada se transforme en ansiedad sagrada, y esta colapse en la risa sagrada. Es la fuerza opuesta a la seriedad sagrada. La fuerza de la risa que afloja esa tensión, desatando nudos y aflojando la mente, preparándolos para aprender. 
Con tus actos, preguntas, y palabras, nos recuerdas el Espíritu del Todo no es intrínsecamente bueno ni malo, solo es. Eres espejo sagrado reflejando en las personas este mismo concepto. Eres hombre trueno que con tu sabiduría alocada shockeas a los que aprenden de ti y los sacas fuera de los patrones culturales y psicológicos fijados. 
Te juzgan, te critican. Sobre todo los que más rígidos patrones tienen. Según sus normas y códigos estás loco, o no eres de valor para la sociedad. Pero justamente tu valor social es ese. Poner a prueba las mismas normas y leyes que usan para juzgarte. Eres el caos que pone en balance al exceso de orden, permitiéndole de esa manera seguir funcionando. 
Eres trueno, eres espejo, eres locura, eres sabiduría. Eres balance. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

Pequeña inmortalidad

Volvíamos de noche a Casa Verde con John y su amigo Jim. Fue en el día del cumpleaños número siete de John. Mientras caminábamos en la oscuridad de las calles de Baños me pregunta:
- Are you going to remember me? 
- Yes! Of course! We have been living together for like, three months. 
- I know, but I mean, are you going to remember me after many years have passed? 

Muchas veces me enfrentado a esas preguntas. ¿que de todo esto que estoy viviendo es lo que voy a recordar? ¿Que personas? ¿Que amigos? ¿Cual son los sucesos y sensaciones que van a estar conmigo en los años que vendrán? 

¿Y que lleva a un niño de 7 años a proyectarse tanto en el futuro? Sabe que me voy de su vida, como casi todos los que ha conocido creciendo, como lo hizo, en una casa-hostal. ¿Acaso no es eso una forma de vejez? Y aun así, espera que el vínculo se mantenga, aunque sea tan sólo a través de recordar.



Dicen que el olvido es la muerte. ¿Tal vez sólo busca, al igual que todos los humanos, una pequeña inmortalidad? 


sábado, 27 de septiembre de 2014

13 recuerdos del primer año. Recuerdo 5

Para entrar a Panamá nos decidimos a hacerlo por la ruta de Turbo - Capurganá - Puerto Obaldía, por una razón de falta de tiempo y presupuesto. 
Puerto Obaldía es otro lugar fuera del tiempo. O más que fuera del tiempo, fuera de la realidad. Acá van algunos de los sucesos de los días que pasamos ahí:

- Viaje en lancha sin techo desde Capurganá con una lluvia torrencial que no dejaba ver a más de tres metros. Recuerdo el sabor salado de las salpicaduras del mar que se mezclaba con el agua dulce de la lluvia.

- Llegar al puerto con colombianos = inmigración les reviso TODO abajo de la lluvia (no tan fuerte ya) = nos comimos la primer linda espera. 

-El militar extremadamente gordo metido en una casucha de donde no se podía mover ni para alcanzar los pasaportes. Jabba the Hutt panameño. 

-Fotocopias del pasaporte en nowhereburg (el otro nombre de P. Obaldía) , obviamente no tenían cambio y de ahí a la oficina de inmigración. 

-Oficina de inmigración con el que al principio pareció el empleado más mala onda de un sistema encargado de generar empleados mala onda:

"Muevan las mochilas de ahí, no me obstruyan la puerta!" (no había nadie mas en todo el pueblo) 

"Pasaportes!" solo eramos tres en la oficina y se los damos al mismo tiempo. "No, solo el (por Agus), ustedes esperen" (ups, miedo creciendo)

"- Como es el nombre de la lancha en la que vino? - 
- No se pero el capitán se llama Martin - 
- Y como es el nombre de la lancha? - 
- No se, pero si me da un momento lo averiguo - 
- No. La lancha se llama xxxxxx (ya no me acuerdo). Es importante que sepan el nombre de la lancha en la que vinieron. "

" - Muestreme su solvencia económica. 500 dolares, o tarjeta de crédito. - 
Le doy la tarjeta, la mira. 
- Cuanta plata tiene de fondo? - 
- Como 5000 pesos argentinos. - 
- Y eso cuantos dolares son? - 
- No se, como 500.-
- Perfecto, bienvenido a Panamá. - "

Cae a la oficina un francés que apenas hablaba español. 
" - Muevase de la puerta, esta obstruyendo la entrada. Que desea? - 
- oh,  disculpe, quiego averiguag que sellado necesito paga Colombia. - 
- como se llama el nombre de la lancha en la que vino? - 
- Oh no. Yo quiego ir en lancha a Colombia. Llegue volando, flight, en avión - Y como se llama la lancha en la que vino? - (ya ahí nos empezamos a reír, entendimos que era el empleado más embolado del mundo y solo quería divertirse un poco con su trabajo) 

Tratando de reservar vuelo a ciudad de Panamá:
" - hola, queremos saber si hay lugar en el vuelo de hoy? - 
- No, no hay más lugar. Tienen que reservar para otro día. - 
- Bueno queremos reservar lugar en el vuelo de mañana. - 
- Mañana todavía no hay vuelo confirmado. Tenemos que reunir un cupo de gente. - 
- Bueno, por eso, anotanos para el vuelo porque queremos ir a la ciudad. - 
- Pero no hay vuelo mañana porque aun no cumplimos el cupo de gente - (¡¿?!) 
- Pero por eso, anotanos y si sale el vuelo vamos en el. - 
- No hay vuelo. - (ahí empezamos a buscar la cámara oculta, por si era una joda) 
- Bueno, cuando es el próximo vuelo confirmado entonces? Tenés para pasado mañana? - 
- El próximo vuelo es mañana, pero tenemos que juntar el cupo de gente. Me tienen que avisar desde la ciudad. - (paciencia infinita mode = on) 
- Y como hacemos para irnos? Queremos llegar a la ciudad - 
- Pueden tomar una lancha hasta Carti. (la mina vendía pasajes de avión...). - a mi, que me había parado en medio de la puerta: - puedes salirte de la puerta? No deja que pase la señal del wifi... - (al lado de la puerta había una ventana abierta más grande aun) "

- Aburridos, nos vamos los 4 (se nos unió Nori, un ponja) hacia las únicas playas que no están contaminadas con la idea de sacarnos el calor y el embole. Ya son pasadas las 4. De ida pasamos un puestito militar, que en cualquier otra playa del caribe podría haber sido usado para vender patacones y cerveza. 
200 metros pasado el puesto, cuando estábamos llegando a donde había unos niños jugando (las únicas personas en toda la playa), nos llaman a los gritos:

Soldado: - Ey! Ey! Alto! Deben registrarse para entrar a la playa! Por favor, regresen para registrarse - (porque no nos avisaste cuando cruzamos el puesto) 
- No te podemos dar los datos escritos y nos anotas, así no volvemos? (ese fue  Agus, uno de los fundadores de  Lazy technology's Inc.) 
- No, no. Deben regresar a registrarse. (ya no nos sorprendía nada) 
Vamos hasta el puesto. Nos atiende otro soldado:
- No se pueden bañar, es peligroso. (wooooo, que miedo!) 
- Por? Cual es el peligro? 
- Porque es peligroso. (se lo conoce como inteligencia militar, o también como lógica materna). Solo se permite hasta las 4.
- Bueno, nos bañamos acá cerca del puesto, por si pasa algo. 
- No, es peligroso, yo soy el responsable de este área. 
- Bueno, te firmamos una nota que diga que lo hacemos bajo nuestra responsabilidad (ya era de rompe bolas, porque la situación tan bizarra no daba más que para reírnos) 
- No, no. Es peligroso (bueno, anda a avisarle a los nenes que se están bañando acá nomas. O es una medida para controlar la población de Obaldía?) 
Al final no nos bañamos y nos llevamos la intriga de cual era el peligro. 

Domingo. Serían las 9 de la mañana. Tal vez antes. Empieza a sonar música de boliche en la calle. Y con música de boliche, no me refiero al estilo musical, sino a los decibeles. Pegado al hostel dónde parábamos. Bueno, al cabo que es temprano, ya la apagarán. Nop. Bienvenido a Panamá! Domingo igual a juntarse en la puerta a tomar cerveza sin hacer nada y hacerle escuchar a toda la comunidad la música que más te gusta. Una especie de competencia de a ver quien la tiene más grande (la potencia del equipo de música, claro). Nos fumamos casi doce horas de regueton panameño, sin ningún lugar a donde ir. 



Al final, luego de estos y varios sucesos similares más,  Agus acuñó lo que sería el slogan para publicitar puerto Obaldía como destino turístico: "Puerto Obaldía. Lo peor que te puede pasar es que te quieras ir, y no puedas" 

viernes, 12 de septiembre de 2014

13 recuerdos del primer año. Recuerdo 4

Luego de caminar por unos kilómetros de camino de tierra entre campos verdes al pie de la montañas, llegamos a la entrada del parque. Todavía es temprano y las sombras siguen largas. Entramos al parque, ya sin campos y caminamos por el bosque. Algunos arroyos con cascadas  se nos cruzan en el camino. Coincidimos en la sensación de que es uno de esos lugares fuera del tiempo. Es difícil de explicar. Las vidas pasan, pasan las historias, pasamos nosotros, pero el lugar ese seguirá allí. 
Seguimos caminando y pasamos el puesto de guardaparques, las recomendaciones de siempre, y continuamos. 
El camino cada vez más empinado. La luz clara de la mañana entre las hojas de los árboles. El suelo y el pasto todavía húmedo y frío. Un puente sobre un arroyo. Charlas y comentarios y anécdotas entrecortados por silencios en las subidas. El olor de la tierra húmeda. Los altos a recuperar fuerzas con las granadillas. Seguir subiendo y salir del bosque para reencontrarnos con el sol. Nuevas ocurrencias, nuevas reflexiones, nuevas risas. 
El camino desaparece y de repente no estamos seguros si vamos bien o no. Igual seguimos. Más adelante vemos un cartel, nos estábamos desviando bastante. Seguimos subiendo, ahora por el páramo. El sol hace rato se tapó. Ya no hay tantas risas ni tantos comentarios, y nos empezamos a preguntar cuanto nos faltará. 
Desde una loma por fin la vemos. No parece muy impresionante. Solo un charco grande de agua. Pero a medida que nos acercamos vamos descubriendo la imagen completa. 
Y llegamos, y nos damos cuenta de su tamaño. Pero más que el tamaño hay algo más que nos deja en silencio, callando los comentarios que de nuevo habían aparecido. Hay algo. Los dos coincidimos, los dos sentimos algo. La laguna tiene presencia. Más de lo que se puede ver. Es raro. También cambia de aspecto, de a momentos parece muy profunda y calma, de a momentos se agita, cambia su color. El lugar es un anfiteatro, un punto de reunión. Los frailejones que rodean la laguna acentúan esa impresión. Son como personas, reuniéndose, viniendo a la laguna desde varios lugares a escuchar a los ancianos. De tanto repetir el ritual, de tanta intensión que aplicaban, sus presencias quedaron marcadas en el lugar, como un sendero se marca a media que lo caminamos varias veces, como un hábito se crea a fuerza de repetir un acto. Ellos todavía están ahí. Escuchando. 



Nos sentamos en silencio. Escuchamos, y pudimos entender lo que habíamos ido a aprender a la laguna de Iguaque. 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Ithaca

Hace poco me llegó un escrito de un poeta griego, de título "Ithaka". Me gustó mucho y lo guardé.
A los pocos días encontré que el genial dibujante de Zen Pencils había hecho uno de sus fantásticos cómics con el poema.
Entre tanto tiempo libre que me deja el estar cuidando una casa-hostal vacía me encontré haciendo un video con el cómic del poema, que dejo para que vean. 


Y entonces fue cuando lo vi. Yo también tuve mi Ithaka. Pero fue al principio, en vez de ser el destino final. Fue el sueño que me puso en movimiento. Y cuando llegué, ella era pobre, muy pobre. Y desolada. No me dio las riquezas ni la felicidad que había imaginado. Al contrario. Y estuve enojado y estuve dolido por lo que encontré, por lo oscuro que me dio. Pero ahora veo que me dio también el viaje maravilloso. Seguramente hubiera salido por una razón u otra. Me guste o no ella fue la causa. Para eso sirven las Ithacas. 

13 recuerdos del primer año. Recuerdo 3


A Armenia fui invitado por Mauricio, a quien Juan Carlos Reyes, el instructor de Taka Dojo, había invitado para compartir una clases. 

De Armenia me quedó el recuerdo de la amabilidad y atención de Miguel Angel y sus compañeros que hicieron lo mejor para que nos sintamos muy cómodos. También la alegría y la buena energía de todo el grupo. Muchas risas pero sobre todo muchas ganas de aprender y mucha sencillez y eso me refrescó. 
Más allá de los momentos realmente buenos que pase, dos cosas particulares me dejó Armenia: la tercera comparación o alusión en lo que iba del viaje con El Camino del Héroe (gracias Sebastian!). Y la escena del combate final: cuatro avezados guerreros en una habitación de 2 X 2 luchando (y perdiendo!) contra una cucaracha. 

"Tómate tu tiempo, tu sangre necesita frenar. 
Abre tu alma para encontrarte antes de que te entristezcas."

domingo, 7 de septiembre de 2014

13 recuerdos del primer año. Recuerdo 2

Segunda entrega de la serie de 13 recuerdos/fotos/canciones de este primer año viajero. 

Recuerdo 2
El siguiente recuerdo que viene a mi memoria es Bogotá, porque fue la primera ciudad en recibirme, y donde empecé a conocer la vida del viajero. 
Fue el primer lugar donde tuve que empezar a pensar en otra moneda, en otra economía. Fue dejar modales atrás y abrir los ojos para aprender la forma locales. 
Bogotá también fue mi amigo Mauricio abriéndome sus brazos y su hogar, para que pudiera tener mi primer techo lejos de casa. Fue desayunos como almuerzos y una casa llena de gatos. 
Fue mi maravillarme con el verde tropical y fue muchísima fruta que no conocía, y arepas y chigüiro. 
Fue Kuma Dojo con mis primeros entrenamientos como vagabundo. 
Fue Sandra haciéndome de guía, y tratando de enseñarme su ciudad, pero yo no tengo memoria, así fue que lo único que aprendí es que los colombianos son personas muy amables y generosas. 
Fue está canción casi todos los días, porque la conocí gracias a J, y la canción me hablaba de nosotros. Fue encontrarme con un desencuentro. 
También fue sentarme en un jardín inmensamente verde a pensar y tratar de responder mis primeras dudas en viajero: Me voy? Me quedo? A donde voy después? Que estoy haciendo acá? (Y después de eso fue encontrarme a la estatua de la foto y encontrarme a mi en esa estatua!) 
Fue subir a un santuario en el cielo y pedir una respuesta. Y fue obtenerla. 



No me pregunten que recorrer o visitar en Bogotá si andan por allí. Ahora que lo veo, Bogotá no fue turismo para mi. 

13 recuerdos del primer año. Recuerdo 1



Cerrando este ciclo de 13 lunas desde que empecé el viaje, me desafío (ya que esta tan de moda esa modalidad hoy en día) a presentar 13 fotos/videos/recuerdos/canciones de lo que fue este camino hasta ahora. 


Son fotos o videos de momentos en mi memoria, a los que casi siempre asocio con alguna música. Y empezamos así:




Recuerdo 1

El sol poniéndose en el ultimo atardecer que vi sobre la llanura pampeana. El último atardecer que vi sobre cualquier llanura. Hace un año vivo entre montañas o en la costa. 

Lo vi desde el bus que me llevaba de Bahía Blanca al aeropuerto que me iba a sacar de Argentina. Me acababa de despedir de mi familia. Mezcla enorme de sensaciones. Expectativa, incertidumbre, emoción, miedo, alegría, nostalgia. 

La extraña sincronía de que en el bus, en la parte de abajo, solo viajaba otro muchacho que también se iba de su casa a vivir fuera. En su caso, recuerdo, era a trabajar en un pozo petrolero en Africa. Supongo que fue el primer viajero con el que interactué. 

Luego de un rato de charla compartiendo planes, expectativas, e historias, nos llegó a los dos el momento del silencio y de los recuerdos. 

Las fotos con mi familia en la terminal. 

Una carta de mi hermana que me había guardado para ese momento. 

Un mensaje de uno de mis sobrinos y se desató el aguacero que se venía acumulando hace horas: "ya te estoy empezando a extrañar". Y con la lluvia llegó la calma. 

Recuerdo además que en ese momento me venía está canción a la mente. Tanto la música como la letra me resonaban perfectamente. La canción es de J. R. Tolkien, adaptada para la película de El Señor de los Anillos. 
The walking song 


"Home is behind, the world ahead. 

There are many paths to tread. 

Through shadows, to the edge of night. 

Until the stars are all alight. 

Myst and shadow. Cloud and shade. 

All shall faint, al shall faint." 




Canción del caminar 

"El hogar está detrás, el mundo por delante. 

Hay tantos caminos para caminar. 

A través de las sombras, hasta el borde de la noche. 

Hasta que las estrellas brillen todas. 

Niebla y sombra. Nube y penumbra. 

Todo se desvanecerá, todo se desvanecerá."






Ahora, después de un año, me detengo, miro atrás, miro adelante y miro arriba y veo que de a poco empiezan a brillar las estrellas.



viernes, 29 de agosto de 2014

Y se fue nomás el primero.

"Es ya mi aldea 
un sueño en el viaje. 
Ave de paso." 

Un año desde que me fui. Inevitable no mirar atrás con nostalgia. Sobre todo cuando fue un año tan bueno. Inevitable además no buscar las huellas del cambio en mi. No las encuentro, aunque los que me conocían de antes dicen que ahí están. Tal vez no las encuentro porque no se quién o cómo era antes y tampoco lo sé ahora. 

Doce meses con días de igual largo. Es raro vivir sin las estaciones que conocía. ¿Por qué si oscurece tan temprano, no hace el frío del invierno? 
Doce meses de construir diferentes rutinas, para en poco tiempo desarmarlas y dejar lugar para una nueva. O a veces incluso vivir sin ellas. 
Doce meses que son igual a muchisimas personas y otras tantas despedidas. Y ahora sé que el tiempo de una relación no es lo que mas importa. Nos une mucho más la empatía, el compartir la distancia a casa y los percances del viaje. 

Cambio. Mucho cambio y muy seguido. Cambian las costumbres. Cambian las palabras. Cambian las comidas, los precios y cambian los nombres de las calles dónde vivís. Uno mismo sigue, pero con otras compañías, en otro clima, con otra cama. Cambian los trabajos y las búsquedas. Fui mozo y bartender, ayudante de cocina y encargado. Fui albañil, guía y casi actor. Enfermero, malabarista, profe y pintor. Y cambia la forma de vida también. Viví como rico, pero también fui mendigo. 

Y así entre cambio y cambio se fue un año. 
Y viví en ciudades y pueblos. Y vi el sol salir en el caribe. Y también lo vi esconderse tras el humo de un volcán en erupción. Y vi al pacífico y al atlántico al mismo tiempo. Estuve bajo tierra y en el aire también. Comí comida que nunca había imaginado, vi animales que solo conocía de libros, hable con personas de lugares que tan solo sabía el nombre, vi estrellas que aún no conocía. Escuché idiomas nuevos. Viví la magia. Conocí personas increíbles, lugares fuera del tiempo, historias asombrosas. 

El viaje fue todo lo que pensaba. Y más. Fue maravillarme ante delfines, monos, estrellas de mar y perezosos. Fue deslumbrarme con la selva más verde que me haya imaginado. Fue ver montañas nubladas que me hicieron soñar despierto. Fue conocer la magia en lugares que te estremecen hasta las lágrimas. También fue abrir los sentidos, ensanchar el alma y la mente y romper con ideas y prejuicios, sobre mi mundo interior y sobre el de afuera. 
Fue la difícil decision de alejarme del budo, pero también fue la felicidad inmensa de volver, del reencuentro con amigos y maestro.

Fue además, mucha incertidumbre. Lo sigue siendo, cada día. Ya a esta altura, después de tantos cambios, se que no tengo una respuesta certera de a donde voy después, cuando voy a volver a Argentina o a determinado lugar. Estas son las preguntas que más me hacen cuando cuento del viaje. Pero tampoco tengo muchas respuestas para las preguntas que yo mismo me hago. Voy bien? A donde estoy yendo? Que es lo que busco, lo que quiero? Como sigue esto? Y voy aprendiendo como lo hice a lo largo de este año a vivir sin esas respuestas. El Camino dirá. Mientras tanto solo hay que seguir.


viernes, 6 de junio de 2014

De como lidiar con la indecisión

Estoy en el aeropuerto de Panamá, en momentos tomo un avión que me va a llevar, vía Bogotá, a Cuenca. Reencuentro con el budo, reencuentro con mi maestro, reencuentro con mis amigos. Como llegue acá? Antes de ayer estaba decidiendo si irme a Canadá a trabajar o seguir por Centroamérica. 
Un tiempo atrás estaba viendo si me iba a Japón o me quedaba. Tantas posibilidades! Hay veces que se hace muy difícil elegir. Que quiero más? Al igual que yo estaban Abel y Carlos, mis compañeros de viaje. Cada uno con muchas opciones y tratando de ver cual elegir, cual seguir. Las soluciones a este problema de (in)decisión eran muchas. Tirar una moneda (yo necesitaría una moneda de 5 caras), dejarlo que fluya (lo que sea que eso signifique) , la del alquimista (piedritas en el bolsillo y sacar una), tratar de ver señales por todas partes (increíble la cantidad de banderas de Canadá que encontramos por seguir este método ), y podría seguir con muchas ocurrencias más de tres viajeros ociosos e indecisos. 
Lo cierto es que ahora estoy en camino, y con más o menos incertezas o temores, pude tomar una decisión. Como buen ex estudiante de ciencia paso a presentar el método que elegí para resolver el problema. 

1) Vocación. 
Hace poco leía que cada decisión que tomamos es un paso en la dirección hacia quien seremos en el futuro. Elegir sería entonces mucho más fácil si pudiéramos tener en claro que es lo que queremos ser (algo bastante difícil en muchos casos) y también si pudiéramos ver de que manera una elección nos acerca a esa vocación. Si lo otro era difícil, esto ronda los superpoderes. Como iba a saber que recolectando cerezas en Vancouver iba a poder ahorrar para llegar hasta Japón? 

2) Irrepetibilidad (o unicidad) 
Eso viene de mi experiencia a la hora de tener que elegir seminarios por falta de recursos. Creo que ante dos opciones la que debemos escoger es la que menos posibilidades de repetirse tiene. O en algunas ocasiones la que menos ventana de oportunidad presenta. Cuantas veces más iba a estar mi maestro tan cerca de donde me encontraba? Según su calendario, ninguna más en el año. Listo, decidido! 

3) Magnitud onírica (o que tan en grande estas soñando) 
Esto viene desde el comienzo del viaje, cuando trataba de decidirme a empezar la aventura. Entre los muchos mensajes que me llegaron cayó uno que decía que si nuestros sueños no nos daban miedo entonces no estábamos soñando lo suficientemente en grande. Cual de las opciones me da más miedo enfrentar? Cual me saca más lejos de mi zona de confort? Cual es el camino con más incertidumbre? Okey, para ahí vamos entonces! 

Lo bueno es que una vez en camino empieza a aparecer la sincronicidad que, a mi entender, es señal de ir encaminado. Coincidencias se podrían llamar que marcan el sendero para el caminante de ojo despierto y mirada atenta. Solo cito la última porque acaba de suceder: para hacer tiempo, paro a tomar un café en el aeropuerto. Como tengo hambre pero no mucha plata me conformo con el café, pero en la fila se me cruza la idea de si no regalaran algo de comida como muestra gratis. Pido mi latte pequeño y la cajera le dice a su compañera: latte small y "iátusabe"! . Cuando me entregan mi café, dentro de una bolsita extra que me dio la muchacha descubrí que el iatusabe era en realidad una rosquilla de regalo. O como prefiero verlo yo, un guiño de ojo del universo.

jueves, 5 de junio de 2014

Vivir tu destino

No me envidies. Para poder viajar tuve que dejar muchas cosas atrás.

No me admires. No estoy haciendo nada que vos no puedas hacer.

No me extrañes. Viajando aprendes que la distancia es una ilusión. Antes de darte cuenta nos volveremos a ver.

No me critiques. Mejor usa esa energía en romper tus propias estructuras mentales.

No me imagines valiente. Yo también tengo miedo, pero el viajar se trata mucho más de decisión que de valor.

No me pienses un loco. Locura es hacer lo que no nos gusta pensando que algún día vamos a poder hacer lo que sentimos.

No me juzgues. Viajo por necesidad, esto es la respuesta a una llamada muy fuerte.

Solo aprende cuál es tu camino y vivilo.



martes, 20 de mayo de 2014

Volcán Baru

Me adelanto meses en el relato hasta los días recientes. Estoy en boquete, Panamá. Un pueblo de montaña que me encantó desde el momento en que llegué. Tranquilo, con una población amable y educada y con uno de los paisajes más hermosos que vi hasta ahora.
Un arroyo así en el centro del pueblo. Podría soportarlo. 
El motivo de llegar a Boquete es el volcán Baru. Hace tiempo vi fotos de amigos viajeros y decidí subirlo. El punto más alto de Panamá, desde donde se pueden ver ambos océanos. No me interesan coleccionar alturas ni datos técnicos turísticos. Solo me atraparon las fotos. En cuanto el viaje lo permitió vine.
Como mi venida coincidió con la luna llena de mayo (wesak para los budistas) decido subirlo el mismo día de mi llegada.
En el hostel me comentan como es para subir y me anoto con el grupo de esa noche. En total 4, pero uno de bajó a ultimo momento.
Durante el día llueve. Sumado a la falta de descanso por viajar toda la noche empiezo a pensar en postergarlo un día.
La subida suele hacerse de noche para poder ver el amanecer desde la cima. Me dan ganas de saludar a Amaterasu desde la cima cuando despierte.
Indeciso hasta último momento como casi siempre, aparece un texto de la nada que me convence de subir.
Nos lleva el dueño del hostel a mi y a Ezequiel y Noelía, una pareja de argentinos, hasta la base del volcán mientras nos explica el ascenso. 13500 metros de caminata, hasta una altura de 3000 y pico de metros. Mucho no escucho,  me preocupa la tormenta eléctrica que se ve en el horizonte.
Comenzamos animados el ascenso, hablando de nuestros viajes y nuestras historias, pero en poco tiempo empezamos a sentir el cansancio. Por suerte ilumina my bien la luna, el paisaje es fantástico.
La luna entre las copas de los árboles, una imagen que siempre me hace soñar.

En un momento de descanso,  decido adelantarme y seguir solo. Por dentro see que desde un principio quería subir solo.
Les cuento a mis nuevos amigos,  y empiezo a caminar más rápido para separarme.
En poco tiempo quedo solo en la montaña. Las sensaciones son muchas. El paisaje descolorido y lleno de sombras y plateados,  cada tanto se ilumina por los relámpagos de la tormenta. El olor de la vegetación húmeda y la tierra. Cada tanto algunas planta o algún animal resalta su olor. Los cantos de insectos y ranas. Mis pasos. El ruido de mis pasos me recuerda a Rokkon Shojo.
Camino tratando de no detenerme, comienzo a encontrar un ritmo que de a momentos se rompe cuando la subida de pone más dura.
De repente y sin darme cuenta me encuentro dentro de una nube,  o niebla. Iluminada desde arriba por la luna, hace que se vea todo blanco. Si antes el paisaje parecía fantástico,  ahora me parece estar en un sueño. Todo toma un aspecto irreal. Incluso se dejan de escuchar los sonidos  y solo quedan mis pasos y mi respiración. El aire queda en mucha calma. Increíble momento.
Estoy en ese estado de asombro en donde los sentidos se abren, desaparecen preocupaciones y angustias, y solo se vive el momento.
Pero como es un momento, tiene que acabar. Se levanta un poco de viento. Se cubre el cielo. Se escuchan los truenos y la tormenta se siente muy cerca. Casi estoy a la altura de las nubes que se iluminan con los relámpagos. Se va el asombro y vuelven las preocupaciones. Sigo subiendo y subo al volcán mojado? Empiezo a bajar para llegar al hostel mojado pero cuanto antes? Me quedo en un lugar esperando que pare? El Camino está todo erosionado por el agua,  seguro con las lluvias se debe inundar bastante. Tiro una moneda. Sale que me regrese. Lo bueno de tirar una moneda al aire es que en el instante antes de que caiga podemos ver que es realmente lo que deseamos. Deseo seguir subiendo.
Empiezan a caer una gotas, aprieto el paso.  No es que me vaya a mojar mucho más. Ya estoy todo transpirado. Pero preferiría no llegar bañado a la cima, donde seguro iba a hacer más frío.
Comienzo a pedir que no llueva. Pero en un momento dejo de pensar en eso y me entrego. Ya estoy jugado a llegar empapado. Entonces deja de caer agua y la tormenta se empieza a ir, aunque queda todo el cielo cubierto.
Paro un momento a comer una manzana y me siento a descansar. Me despierto cabeceando. Me estaba quedando dormido. Vuelvo a caminar, ya las piernas me duelen y me cuesta mantener el paso que traía. Cada vez se me presenta más la idea de regresarme. Un cartel dice que faltan 2 kilómetros. Ya se empieza a sentir más el viento y el frío. La vegetación es mucho más baja. Pero la cima aun no se ve.
Camino cada vez con más frío y más cansado. Ya no puedo parar porque el viento, al que antes le pedía que se lleve la tormenta ahora sopla fuerte y constante. Le pido que pare,  pero esta vez no me hace caso.
Al fin veo la cima. Llena de antenas de repetición y construcciones para las maquinaria de las antenas. Subo, queriendo abandonar pero sin poder. Algo me lleva a seguir subiendo muerto de sueño y frío,  con la cabeza diciendo continuamente "basta!".
Llego todavía de noche, y muy nublado, así que del paisaje mucho no se ve. Busco refugio contra una pared y me siento a comer otra manzana y tomar te chino regalo de un taiwanes del hostel. Trato de acomodarme para no sentir tanto frío. No puedo parar de castañetear los dientes. Es uno de los fríos que más sufrí. Incluso de a ratos me entreduermo y despierto asustado cuando cabeceo.
Al fin empieza a clarear. Se empieza a ver el paisaje, tapado de nubes en algunos lugares. Saludo al sol, aunque no lo veo seguro ya salió. Aparece el océano Pacífico. En el horizonte aun se ve la tormenta. Las luces de los pueblos se van apagando.
Cuando hay más luz me doy cuenta que aún no había llegado a la cima! Hay un trecho más hasta la cima real,  con la típica cruz que no se a quien se le ocurre poner en cada cerro pero que con todo gusto bajaría. Allí me encuentro a Ezequiel y Noelía, que llegaron un poco más tarde,  subiendo con un grupo que había hecho noche en la ladera.
Va pasando el frío, la fotos me salen menos movidas. Dejo la cámara a un lado y aprovecho a contemplar y reflexionar un rato.

Amaterasu-O-Mi-Kami Kimi no hikari wa
Luego de compartir las experiencias con los demás comenzamos a bajar. Un alto en el campamento a tomar unos mates y comer algo caliente. Luego el largo descenso. Aunque sin paradas porque no falta el aire como en la subida, igual cuesta mucho por el dolor en pies y rodillas. Va a ser difícil. Podemos apreciar la vegetación que nos rodea y las subidas que hicimos a oscuras. Nos cruzan un par de vehículos 4x4 subiendo. Cuando ya habíamos hecho 5 km uno de los vehículos nos cruza bajando. Le pedimos que nos lleve, y aunque es bien pequeño (parece un carrito de golf todo terreno) y ya lleva a otro pasajero,  accede a llevarnos. Salvados de lo que iba a ser una bajada bien difícil. Super agradecidos,  nos deja en el centro del pueblo,  donde después en comer juntos me separo de Ezequiel y Noelía para irme a descansar.


Nota que leí y me decidió a subir: "es una cosa terrible, creo, en la vida esperar hasta estar listo. Tengo esta sensación que actualmente nadie está nunca listo para hacer cualquier cosa. Casi que no existe tal cosa como estar listo. Solo tenemos el ahora. Y puedes muy bien hacerlo ahora. Generalmente hablando, ahora es tan buen momento como cualquier otro."

martes, 13 de mayo de 2014

Renacer

Luego de tantos meses sin escribir me encuentro nuevamente frente a mi tablet con ganas el expresarme y de nuevo me asalta la duda sobre que escribir. Fueron muchos meses y muchas experiencias. La tablet, un poco venida abajo me lo recuerda. Tal vez yo también me vea un poco más viejo y gastado. 
Ya casi pasaron nueve meses de haber salido. Nueve meses! Lo que nos lleva gestar un humano. Es increíble la cantidad de cambios que se pueden producir en ese tiempo. Increíble la cantidad de personas e historias que se cruzan en ese tiempo. Y si cada una de ellas cumple una función de cambio en nuestra vida, si cada encuentro o momento compartido es un escalón más en nuestro crecimiento, entonces se vuelve sorprendente la red de relaciones y causalidades que nos llevan a crearnos. 
En este momento vienen a mi mente muchos de estas personas, solo nombró algunas sin ningún orden particular,  como van apareciendo en mi recuerdo :
Noriyuki "Nori" , un japonés que cruzó conmigo a Panamá y que parecía muy peligroso, como un yakuza,  pero resultó ser totalmente amable. Viajaba desde hacía 2 años con una guitarra y no sabía tocar. 
Gary el norteamericano propietario de un restaurant mexicano que fue el primero en darme un trabajo en el viaje. Mucha historia en su vida, sobre todo relacionada con restaurantes. 
Nick y Kora, una pareja de alemanes a los que guie en un tour por bocas del toro. Tuvieron la suerte de tener un tour privado para ellos dos y terminamos charlando mucho. 
Andrés, un muchacho bocatoreño que vendía empanadas, era puro corazón. Nos hicimos amigos y le termine heredando a "naranja mecánica", mi medio de transporte en Bocas del Toro.
MartinGnobe capitán de panga. Era el que manejaba la lancha en los tours de benice. Empezamos con el pie izquierdo porque me pedía café de mala manera y nunca me traía la taza. Luego pudimos hacernos buenos amigos. 

Con cada uno que recuerdo se aparecen, conectados muchos más, no terminaría nunca de escribir sobre todo ellos. 
Creo que si tuviera que elegir una lección o un aprendizaje para estos primeros meses sería, por mucho, el desapego. Para hacerse viajero se hace necesario tener una buena dosis de desapego y de saber soltar.
No sólo para dejar atrás familia, hogar y amigos al momento de partir,  sino también dejar ir lugares (de cada lugar hermoso que pude visitar siempre me despido cómo el niño del cuento de Bradbury "unas vacaciones interminables").
Dejar ir personas, que aunque las conozcas de hace muy poco se establecen vínculos muy fuertes, tal vez por el hecho de compartir el exilio. Ayer fue el cumpleaños de Erick, un argentino viajero,  su primer cumpleaños lejos de casa, pero en el hostel todos lo saludamos y celebramos cómo viejos amigos. 
También hay que dejar ir a nuestros antiguos yo, a quienes creíamos que éramos hasta ese momento. Fui turista, pero también fui profesor, bartender,  cocinero, guía de tour, encargado, desempleado, vendedor ambulante. Quien sabe que seré a futuro. 

Como me dijo Noa, una viajera francesa que alojé en casa un tiempo: "hay que aprender a dejar ir el pasado. Hasta qué no lo dejamos ir,  no creamos el lugar que necesita el futuro para manifestarse en presente"