miércoles, 24 de diciembre de 2014

De por qué te deseo feliz navidad

Leí por ahí que la navidad es un festejo que viene de mucho antes que Cristo, muy anterior incluso a las tradiciones paganas a las que la adjudican. Es una celebración nacida en el hemisferio norte, en donde para estas fechas están en lo más crudo del invierno. El solsticio de invierno. La noche más larga del anoche. En esa época, estas fechas eran de lo peor. Se iba la caza, las plantas morían, era difícil conseguir abrigo. Lo único que quedaba era rezar al universo para que el invierno no fuera tan duro. Tal vez, si había suerte, se podría sobrevivir un invierno más.  ¿Y que es lo que hacían los hombres de ese entonces, al comienzo de la estación más oscura del año? Celebrar. Se reunían y se daban un banquete. Encendían una buena hoguera, aunque no sabían si luego iban a tener suficiente combustible. Preparaban buenas comidas, sin saber si luego iban a poder conseguir más alimentos. Y principalmente, se reunían. Tal vez muchos de ellos no pasaran el invierno. Tal vez esa fuera la última vez que estarían juntos. Había que reunirse y celebrar, porque el futuro era de una incerteza abrumadora. 

Los tiempos se fueron volviendo más seguros y pronto el invierno fue más una causa de incomodidad que una línea que sólo cruzaban algunos. Esta seguridad nos llevó al tedio de la certeza. Damos por sentado que todo seguirá igual. Que las personas queridas van a estar allí siempre.

Viajando volví a esa incertidumbre de tener que dejar atrás amistades y seres queridos. Y cada despedida está acompañada del deseo, y por lo tanto la duda, de un posible reencuentro. ¿Se cruzarán nuevamente nuestros caminos? ¿sobreviviremos al invierno de la distancia?

Se me ocurre que en este sentimiento de fugacidad, en esta conciencia de que somos fugaces, esta el secreto para llevarnos mejor y poder volver a disfrutar reunirnos con nuestros seres queridos. Y por si no te vuelvo a ver: feliz navidad para ti! 

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