martes, 20 de mayo de 2014

Volcán Baru

Me adelanto meses en el relato hasta los días recientes. Estoy en boquete, Panamá. Un pueblo de montaña que me encantó desde el momento en que llegué. Tranquilo, con una población amable y educada y con uno de los paisajes más hermosos que vi hasta ahora.
Un arroyo así en el centro del pueblo. Podría soportarlo. 
El motivo de llegar a Boquete es el volcán Baru. Hace tiempo vi fotos de amigos viajeros y decidí subirlo. El punto más alto de Panamá, desde donde se pueden ver ambos océanos. No me interesan coleccionar alturas ni datos técnicos turísticos. Solo me atraparon las fotos. En cuanto el viaje lo permitió vine.
Como mi venida coincidió con la luna llena de mayo (wesak para los budistas) decido subirlo el mismo día de mi llegada.
En el hostel me comentan como es para subir y me anoto con el grupo de esa noche. En total 4, pero uno de bajó a ultimo momento.
Durante el día llueve. Sumado a la falta de descanso por viajar toda la noche empiezo a pensar en postergarlo un día.
La subida suele hacerse de noche para poder ver el amanecer desde la cima. Me dan ganas de saludar a Amaterasu desde la cima cuando despierte.
Indeciso hasta último momento como casi siempre, aparece un texto de la nada que me convence de subir.
Nos lleva el dueño del hostel a mi y a Ezequiel y Noelía, una pareja de argentinos, hasta la base del volcán mientras nos explica el ascenso. 13500 metros de caminata, hasta una altura de 3000 y pico de metros. Mucho no escucho,  me preocupa la tormenta eléctrica que se ve en el horizonte.
Comenzamos animados el ascenso, hablando de nuestros viajes y nuestras historias, pero en poco tiempo empezamos a sentir el cansancio. Por suerte ilumina my bien la luna, el paisaje es fantástico.
La luna entre las copas de los árboles, una imagen que siempre me hace soñar.

En un momento de descanso,  decido adelantarme y seguir solo. Por dentro see que desde un principio quería subir solo.
Les cuento a mis nuevos amigos,  y empiezo a caminar más rápido para separarme.
En poco tiempo quedo solo en la montaña. Las sensaciones son muchas. El paisaje descolorido y lleno de sombras y plateados,  cada tanto se ilumina por los relámpagos de la tormenta. El olor de la vegetación húmeda y la tierra. Cada tanto algunas planta o algún animal resalta su olor. Los cantos de insectos y ranas. Mis pasos. El ruido de mis pasos me recuerda a Rokkon Shojo.
Camino tratando de no detenerme, comienzo a encontrar un ritmo que de a momentos se rompe cuando la subida de pone más dura.
De repente y sin darme cuenta me encuentro dentro de una nube,  o niebla. Iluminada desde arriba por la luna, hace que se vea todo blanco. Si antes el paisaje parecía fantástico,  ahora me parece estar en un sueño. Todo toma un aspecto irreal. Incluso se dejan de escuchar los sonidos  y solo quedan mis pasos y mi respiración. El aire queda en mucha calma. Increíble momento.
Estoy en ese estado de asombro en donde los sentidos se abren, desaparecen preocupaciones y angustias, y solo se vive el momento.
Pero como es un momento, tiene que acabar. Se levanta un poco de viento. Se cubre el cielo. Se escuchan los truenos y la tormenta se siente muy cerca. Casi estoy a la altura de las nubes que se iluminan con los relámpagos. Se va el asombro y vuelven las preocupaciones. Sigo subiendo y subo al volcán mojado? Empiezo a bajar para llegar al hostel mojado pero cuanto antes? Me quedo en un lugar esperando que pare? El Camino está todo erosionado por el agua,  seguro con las lluvias se debe inundar bastante. Tiro una moneda. Sale que me regrese. Lo bueno de tirar una moneda al aire es que en el instante antes de que caiga podemos ver que es realmente lo que deseamos. Deseo seguir subiendo.
Empiezan a caer una gotas, aprieto el paso.  No es que me vaya a mojar mucho más. Ya estoy todo transpirado. Pero preferiría no llegar bañado a la cima, donde seguro iba a hacer más frío.
Comienzo a pedir que no llueva. Pero en un momento dejo de pensar en eso y me entrego. Ya estoy jugado a llegar empapado. Entonces deja de caer agua y la tormenta se empieza a ir, aunque queda todo el cielo cubierto.
Paro un momento a comer una manzana y me siento a descansar. Me despierto cabeceando. Me estaba quedando dormido. Vuelvo a caminar, ya las piernas me duelen y me cuesta mantener el paso que traía. Cada vez se me presenta más la idea de regresarme. Un cartel dice que faltan 2 kilómetros. Ya se empieza a sentir más el viento y el frío. La vegetación es mucho más baja. Pero la cima aun no se ve.
Camino cada vez con más frío y más cansado. Ya no puedo parar porque el viento, al que antes le pedía que se lleve la tormenta ahora sopla fuerte y constante. Le pido que pare,  pero esta vez no me hace caso.
Al fin veo la cima. Llena de antenas de repetición y construcciones para las maquinaria de las antenas. Subo, queriendo abandonar pero sin poder. Algo me lleva a seguir subiendo muerto de sueño y frío,  con la cabeza diciendo continuamente "basta!".
Llego todavía de noche, y muy nublado, así que del paisaje mucho no se ve. Busco refugio contra una pared y me siento a comer otra manzana y tomar te chino regalo de un taiwanes del hostel. Trato de acomodarme para no sentir tanto frío. No puedo parar de castañetear los dientes. Es uno de los fríos que más sufrí. Incluso de a ratos me entreduermo y despierto asustado cuando cabeceo.
Al fin empieza a clarear. Se empieza a ver el paisaje, tapado de nubes en algunos lugares. Saludo al sol, aunque no lo veo seguro ya salió. Aparece el océano Pacífico. En el horizonte aun se ve la tormenta. Las luces de los pueblos se van apagando.
Cuando hay más luz me doy cuenta que aún no había llegado a la cima! Hay un trecho más hasta la cima real,  con la típica cruz que no se a quien se le ocurre poner en cada cerro pero que con todo gusto bajaría. Allí me encuentro a Ezequiel y Noelía, que llegaron un poco más tarde,  subiendo con un grupo que había hecho noche en la ladera.
Va pasando el frío, la fotos me salen menos movidas. Dejo la cámara a un lado y aprovecho a contemplar y reflexionar un rato.

Amaterasu-O-Mi-Kami Kimi no hikari wa
Luego de compartir las experiencias con los demás comenzamos a bajar. Un alto en el campamento a tomar unos mates y comer algo caliente. Luego el largo descenso. Aunque sin paradas porque no falta el aire como en la subida, igual cuesta mucho por el dolor en pies y rodillas. Va a ser difícil. Podemos apreciar la vegetación que nos rodea y las subidas que hicimos a oscuras. Nos cruzan un par de vehículos 4x4 subiendo. Cuando ya habíamos hecho 5 km uno de los vehículos nos cruza bajando. Le pedimos que nos lleve, y aunque es bien pequeño (parece un carrito de golf todo terreno) y ya lleva a otro pasajero,  accede a llevarnos. Salvados de lo que iba a ser una bajada bien difícil. Super agradecidos,  nos deja en el centro del pueblo,  donde después en comer juntos me separo de Ezequiel y Noelía para irme a descansar.


Nota que leí y me decidió a subir: "es una cosa terrible, creo, en la vida esperar hasta estar listo. Tengo esta sensación que actualmente nadie está nunca listo para hacer cualquier cosa. Casi que no existe tal cosa como estar listo. Solo tenemos el ahora. Y puedes muy bien hacerlo ahora. Generalmente hablando, ahora es tan buen momento como cualquier otro."

martes, 13 de mayo de 2014

Renacer

Luego de tantos meses sin escribir me encuentro nuevamente frente a mi tablet con ganas el expresarme y de nuevo me asalta la duda sobre que escribir. Fueron muchos meses y muchas experiencias. La tablet, un poco venida abajo me lo recuerda. Tal vez yo también me vea un poco más viejo y gastado. 
Ya casi pasaron nueve meses de haber salido. Nueve meses! Lo que nos lleva gestar un humano. Es increíble la cantidad de cambios que se pueden producir en ese tiempo. Increíble la cantidad de personas e historias que se cruzan en ese tiempo. Y si cada una de ellas cumple una función de cambio en nuestra vida, si cada encuentro o momento compartido es un escalón más en nuestro crecimiento, entonces se vuelve sorprendente la red de relaciones y causalidades que nos llevan a crearnos. 
En este momento vienen a mi mente muchos de estas personas, solo nombró algunas sin ningún orden particular,  como van apareciendo en mi recuerdo :
Noriyuki "Nori" , un japonés que cruzó conmigo a Panamá y que parecía muy peligroso, como un yakuza,  pero resultó ser totalmente amable. Viajaba desde hacía 2 años con una guitarra y no sabía tocar. 
Gary el norteamericano propietario de un restaurant mexicano que fue el primero en darme un trabajo en el viaje. Mucha historia en su vida, sobre todo relacionada con restaurantes. 
Nick y Kora, una pareja de alemanes a los que guie en un tour por bocas del toro. Tuvieron la suerte de tener un tour privado para ellos dos y terminamos charlando mucho. 
Andrés, un muchacho bocatoreño que vendía empanadas, era puro corazón. Nos hicimos amigos y le termine heredando a "naranja mecánica", mi medio de transporte en Bocas del Toro.
MartinGnobe capitán de panga. Era el que manejaba la lancha en los tours de benice. Empezamos con el pie izquierdo porque me pedía café de mala manera y nunca me traía la taza. Luego pudimos hacernos buenos amigos. 

Con cada uno que recuerdo se aparecen, conectados muchos más, no terminaría nunca de escribir sobre todo ellos. 
Creo que si tuviera que elegir una lección o un aprendizaje para estos primeros meses sería, por mucho, el desapego. Para hacerse viajero se hace necesario tener una buena dosis de desapego y de saber soltar.
No sólo para dejar atrás familia, hogar y amigos al momento de partir,  sino también dejar ir lugares (de cada lugar hermoso que pude visitar siempre me despido cómo el niño del cuento de Bradbury "unas vacaciones interminables").
Dejar ir personas, que aunque las conozcas de hace muy poco se establecen vínculos muy fuertes, tal vez por el hecho de compartir el exilio. Ayer fue el cumpleaños de Erick, un argentino viajero,  su primer cumpleaños lejos de casa, pero en el hostel todos lo saludamos y celebramos cómo viejos amigos. 
También hay que dejar ir a nuestros antiguos yo, a quienes creíamos que éramos hasta ese momento. Fui turista, pero también fui profesor, bartender,  cocinero, guía de tour, encargado, desempleado, vendedor ambulante. Quien sabe que seré a futuro. 

Como me dijo Noa, una viajera francesa que alojé en casa un tiempo: "hay que aprender a dejar ir el pasado. Hasta qué no lo dejamos ir,  no creamos el lugar que necesita el futuro para manifestarse en presente"