domingo, 4 de octubre de 2015

Mensajes

Creo que a muchos nos ha pasado. Estamos en un dilema, o con cuestiones en nuestra cabeza,  que no podemos decidir. Y entonces de la nada, nos llega un mensaje. Puede ser una pista, una respuesta, un indicio o una inspiración. A veces en la letra de una canción que hacía mucho no escuchábamos o nunca habíamos prestado atención. A veces en un libro que cae en nuestras manos de manera circunstancial. O, como en uno de las últimas veces que me ocurrió, en un cartel de la ruta.



Los reconocemos porque parecen estar escritos exclusivamente para nosotros. Estan ahí, a los ojos de todos, pero solo a nosotros nos hacen llegar su mensaje. Hablan en nuestro idioma,  vibran en nuestra frecuencia.
De donde vienen estos mensajes? Como aparecen? Quien los envía? No lo sé. Cada vez sé  menos. Cada vez puedo explicar(me) menos. Pero están ahí. Y de a poco voy aprendiendo a verlos, y a confiar más en ellos.



Me viene un recuerdo de Japón. Caminaba por calles llena de carteles y publicidades y avisos y gente hablando y no entendía nada. Creo que por momento me sentía como se sentiría un analfabeto. Cada tanto aparecía como resaltando alguna palabra en romanji que podía reconocer o algún Kanji conocido. ¿Y si el mundo está lleno de información y respuestas y presagios, pero vamos por la vida como casi analfabetos de este idioma, reconociendo cada tanto unas pocas palabras? Tal vez todo sea información, y, como en la película Matrix, algunas personas puedan ver más allá de lo evidente y leer el código que está detrás de cada cosa. Patricio, el chamán kichwa, sabía quien y cuando lo iba a visitar tan solo por ver el vuelo de un colibrí.

O tal vez todo sea producto de nuestra imaginación, y estos supuestos mensajes se resuman en meras coincidencias. Dicen que nadie nos engaña mejor que nuestros propios deseos, y así estas señales sean quizás solo ilusiones creadas por nuestro deseo de una comunicación más profunda con el universo. No lo sé. Cada vez sé menos. 

Cada cual elija su método para encontrar su rumbo. Yo elijo tratar de aprender a leer. 

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