Luego de tantos meses sin escribir me encuentro nuevamente frente a mi tablet con ganas el expresarme y de nuevo me asalta la duda sobre que escribir. Fueron muchos meses y muchas experiencias. La tablet, un poco venida abajo me lo recuerda. Tal vez yo también me vea un poco más viejo y gastado.
Ya casi pasaron nueve meses de haber salido. Nueve meses! Lo que nos lleva gestar un humano. Es increíble la cantidad de cambios que se pueden producir en ese tiempo. Increíble la cantidad de personas e historias que se cruzan en ese tiempo. Y si cada una de ellas cumple una función de cambio en nuestra vida, si cada encuentro o momento compartido es un escalón más en nuestro crecimiento, entonces se vuelve sorprendente la red de relaciones y causalidades que nos llevan a crearnos.
En este momento vienen a mi mente muchos de estas personas, solo nombró algunas sin ningún orden particular, como van apareciendo en mi recuerdo :
Noriyuki "Nori" , un japonés que cruzó conmigo a Panamá y que parecía muy peligroso, como un yakuza, pero resultó ser totalmente amable. Viajaba desde hacía 2 años con una guitarra y no sabía tocar.
Gary el norteamericano propietario de un restaurant mexicano que fue el primero en darme un trabajo en el viaje. Mucha historia en su vida, sobre todo relacionada con restaurantes.
Nick y Kora, una pareja de alemanes a los que guie en un tour por bocas del toro. Tuvieron la suerte de tener un tour privado para ellos dos y terminamos charlando mucho.
Andrés, un muchacho bocatoreño que vendía empanadas, era puro corazón. Nos hicimos amigos y le termine heredando a "naranja mecánica", mi medio de transporte en Bocas del Toro.
Martin, Gnobe capitán de panga. Era el que manejaba la lancha en los tours de benice. Empezamos con el pie izquierdo porque me pedía café de mala manera y nunca me traía la taza. Luego pudimos hacernos buenos amigos.
Con cada uno que recuerdo se aparecen, conectados muchos más, no terminaría nunca de escribir sobre todo ellos.
Creo que si tuviera que elegir una lección o un aprendizaje para estos primeros meses sería, por mucho, el desapego. Para hacerse viajero se hace necesario tener una buena dosis de desapego y de saber soltar.
No sólo para dejar atrás familia, hogar y amigos al momento de partir, sino también dejar ir lugares (de cada lugar hermoso que pude visitar siempre me despido cómo el niño del cuento de Bradbury "unas vacaciones interminables").
Dejar ir personas, que aunque las conozcas de hace muy poco se establecen vínculos muy fuertes, tal vez por el hecho de compartir el exilio. Ayer fue el cumpleaños de Erick, un argentino viajero, su primer cumpleaños lejos de casa, pero en el hostel todos lo saludamos y celebramos cómo viejos amigos.
No sólo para dejar atrás familia, hogar y amigos al momento de partir, sino también dejar ir lugares (de cada lugar hermoso que pude visitar siempre me despido cómo el niño del cuento de Bradbury "unas vacaciones interminables").
Dejar ir personas, que aunque las conozcas de hace muy poco se establecen vínculos muy fuertes, tal vez por el hecho de compartir el exilio. Ayer fue el cumpleaños de Erick, un argentino viajero, su primer cumpleaños lejos de casa, pero en el hostel todos lo saludamos y celebramos cómo viejos amigos.
También hay que dejar ir a nuestros antiguos yo, a quienes creíamos que éramos hasta ese momento. Fui turista, pero también fui profesor, bartender, cocinero, guía de tour, encargado, desempleado, vendedor ambulante. Quien sabe que seré a futuro.
Como me dijo Noa, una viajera francesa que alojé en casa un tiempo: "hay que aprender a dejar ir el pasado. Hasta qué no lo dejamos ir, no creamos el lugar que necesita el futuro para manifestarse en presente"
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